James “Jimmy» Carter, el presidente número 39 de Estados Unidos murió a los cien años. Fue conocido por su excesiva sinceridad, aunque también se destacó por sus esfuerzos en favor de la paz y los derechos humanos. En México, es recordado por su pugna con el expresidente José López Portillo entorno a la compra y venta de combustible.
“La primera vez que vi “en vivo” a James Carter fue en la convención demócrata de 1976. No entendía cómo un agricultor de una pequeña población de Georgia había arrebatado la nominación presidencial a personajes tan experimentados y poderosos como el representante Morris Udall o el gobernador de California, Jerry Brown (a quien presentaban como “el nuevo Kennedy”), compartió Alejandro Gil Recasens en su columna del Financiero.
“…Lo volví a ver en la visita de Estado del presidente López Portillo a la Casa Blanca (febrero de 1977). Ahí entendí que era diferente, pero no por ello era un mal político. Tenía muy clara la importancia de la relación con México y, con su mente de ingeniero, estaba muy enfocado en lograr acuerdos en temas concretos”, agregó.
Gil Recasens relata que las relaciones entre México y Estados Unidos en los 70s vivieron momentos tensos por un tema de energía. Pemex había convenido con gaseras tejanas la venta de grandes volúmenes de gas a un precio muy bueno.
Sin embargo, el proyecto no era compatible con los planes energéticos de la administración de Estados Unidos y con la ley del gas recién aprobada en el Capitolio; por lo que la administración de Carter no aceptó el precio que México pedía por su gas natural.
Esta negativa provocó que en 1978 el Gobierno de López Portillo decidiera utilizar el gas para el consumo de la industria nacional y desviara el trayecto del gasoducto que se construía hacia Estados Unidos.
La rencilla hizo que en febrero de 1979 Jimmy Carter viniera a México para tratar de solucionar el problema.
En el marco de la reunión, los tabloides no cambiaron mucho a los de las administraciones actuales. Carter quería abordar con López Portillo tres puntos clave: combustibles, migración y relaciones comerciales.
Según El País, cuando el mandatario mexicano recibió al estadounidense le dijo que “pocos países en el mundo tienen tanto sobre qué hablar”. A lo que el segundo le contestó en un español decente, que el objetivo de su visita era “fortalecer el diálogo entre México y Estados Unidos”.
El Palacio Nacional se blindó durante las siete horas que duró la reunión. El itinerario se cubrió por más de 10.000 soldados, policías y hasta francotiradores.
En esa mesa de diálogo, el gabinete de Carter anunció las medidas para detener el flujo de inmigrantes mexicanos que cruzan ilegalmente la frontera: la construcción de un muro.
El llamado “muro de la tortilla” o “muro de Carter”, prometió tres tramos de veinte kilómetros en total, de una frontera que tiene 3,000.
“Al terminar la comida en la Cancillería, López Portillo regañó al visitante y lo tachó de mentiroso y abusivo. Mientras toda su comitiva se ponía verde, Jimmy dijo un mal chiste para romper la tensión y, con toda amabilidad, brindó por las buenas relaciones entre nuestros países”, detalló el columnista político.
Medios reportaron que el resto de la agenda a discutir por los dos presidentes sería sobre los bloqueos aduaneros impuestos por Estados Unidos a los productos agrícolas mexicanos y el tráfico de estupefacientes por la frontera.
“Nadie puede negar la nueva fortaleza de México, la nueva confianza de México y su emergente economía que proyecta a su país en un nuevo papel mundial”, dijo en su discurso ante una sesión conjunta de las dos Cámaras del Congreso.
Además de “limar asperezas”, con López Portillo, Jimmy Carter visitó Tepalcingo, un pueblo agrícola del estado de Morelos.
Meses después, se firmó el acuerdo que reflejaba la conciliación entre ambas partes. La intención de Carter de reelegirse adquirió un gran peso, ya que su negativa a llegar a un entendimiento podría haber provocado una crisis bilateral y, sobre todo, debilitar su plataforma electoral.
“Todos los presentes pensamos que en adelante Washington nos daría un trato duro. No fue así. En septiembre, Carter recibió con mucha cortesía a López Portillo en la Casa Blanca y firmó el acuerdo de venta de gas, en menor volumen y precio de lo originalmente previsto”, Alejandro Gil Recasens.