El torneo de baloncesto universitario de la NCAA, conocido como March Madness, es uno de los eventos deportivos más importantes en Estados Unidos. No solo genera pasión en los fanáticos, sino que también mueve millones de dólares para las universidades y sus conferencias.
Los millones detrás de la ACC en el torneo
Para entender la magnitud económica de March Madness, hay que conocer cómo funciona el sistema de pagos de la NCAA. Cada vez que un equipo de una conferencia llega al torneo, su conferencia recibe una compensación económica llamada «unidad de torneo».
Por solo clasificar, UNC ya generó $2 millones para la ACC. Luego, al ganar su primer partido contra San Diego State por 95-68, sumó otros $2 millones, doblando la ganancia inicial.
Los otros equipos de la ACC—Duke, Clemson y Louisville—también sumaron $2 millones cada uno por entrar al torneo. Además, cada ronda superada suma otros $2 millones, lo que hace que avanzar en March Madness no solo sea importante deportivamente, sino también financieramente.
El dilema de Bubba Cunningham
Pero no todo es dinero y victorias, ya que la selección de UNC al torneo generó dudas debido al rol de su director atlético, Bubba Cunningham, quien presidía el comité de selección de la NCAA.
Algunos críticos señalan que Universidad de Carolina del Norte (UNC) entró en el torneo en lugar de West Virginia, que fue el primer equipo excluido. Cunningham asegura que no influyó en la decisión, pero su equipo se ha beneficiado.
Además, Cunningham recibe bonificaciones económicas según el desempeño de UNC en el torneo:
- $67,905 solo por clasificar.
- $50,000 si el equipo llega al Sweet 16 (tercera ronda).
- $75,000 si avanza al Final Four.
- $100,000 si UNC gana el campeonato.
Aunque no sumará todos estos bonos, sí se llevará el más alto que consiga el equipo.
¿Podrá Cooper Flagg impulsar las audiencias?
Pasando del dinero a la audiencia, hay otro aspecto clave en March Madness: la televisión y los ratings.
En 2023, ocurrió un hecho histórico: la final femenina del torneo fue más vista que la masculina. El duelo entre Iowa y South Carolina atrajo 18.9 millones de espectadores, mientras que el partido masculino entre UConn y Purdue solo tuvo 14.8 millones.
Esto se debe a que el baloncesto femenino ha tenido estrellas que permanecen más tiempo en la NCAA, como Caitlin Clark y Paige Bueckers, mientras que los mejores jugadores masculinos suelen irse rápidamente a la NBA.
Este año, la NCAA masculina espera recuperar audiencia gracias a Cooper Flagg, un fenómeno de 18 años que juega en Duke y que es proyectado como la primera selección del Draft de la NBA 2025.
Duke, que ya es un imán de audiencia, ha jugado 4 de los 10 partidos más vistos de la temporada. Sin embargo, hay un problema: Flagg sufrió una lesión en el tobillo en el torneo de la ACC, por lo que su estado físico es una incógnita.
La locura del portal de transferencias
Pero el impacto de March Madness no termina en el torneo. El mercado de jugadores transferidos—conocido como el portal de transferencias—se ha convertido en un factor clave en el baloncesto universitario.
Más de 300 jugadores ya han ingresado al portal, buscando cambiar de equipo, y se espera que la cifra aumente cuando el ciclo 2025 comience el 24 de marzo.
Algunos cambios importantes este año:
- El portal abre más tarde: Ahora los jugadores solo pueden transferirse después de la ronda de 32, lo que evita distracciones para los equipos aún en competencia.
- Menos equipos aceptan torneos secundarios: Muchos prefieren enfocarse en mejorar sus plantillas en lugar de seguir compitiendo en torneos menores.
- Guerra de NIL (nombre, imagen y semejanza): Los jugadores ahora pueden recibir dinero por patrocinadores, lo que ha convertido el portal en una subasta de talento.
- Fin de la elegibilidad extra por COVID-19: Ya no habrá jugadores con un quinto año adicional, lo que reducirá el número de transferencias.
- El periodo de transferencias es más corto: Ahora solo dura 30 días, en vez de 45, obligando a decisiones rápidas.
Un futuro incierto para el baloncesto universitario
Entre la controversia de UNC, las apuestas por Cooper Flagg y la revolución del portal de transferencias, el baloncesto universitario está en plena transformación.
El impacto de March Madness va mucho más allá de los partidos: define el futuro económico, televisivo y competitivo del deporte. Las próximas semanas serán claves para ver quiénes ganan dentro y fuera de la cancha.