La NBA vive un momento sin igual. Por primera vez en su historia, la liga verá un séptimo campeón distinto en siete temporadas, una racha que refleja el impacto tangible de las reformas económicas y reglamentarias implementadas en el último convenio colectivo.
A partir de las Finales de Conferencia 2025, entre Knicks, Pacers, Thunder y Timberwolves, el campeón de este año se sumará a una lista reciente de monarcas que incluye a Raptors (2019), Lakers (2020), Bucks (2021), Warriors (2022), Nuggets (2023) y Celtics (2024). No hay precedentes en los archivos de la NBA para una diversidad de campeones como esta.
Este contexto marca un contraste radical con la era de dominación de super equipos, como los Warriors de Kevin Durant (2016–2019), que inspiraron no solo temor en sus rivales, sino reformas concretas en la política económica de la liga.
Adiós al “Super Team” clásico
La firma de Durant por Golden State en 2016, posible gracias a un salto del 30% en el tope salarial debido al nuevo contrato de derechos televisivos, fue el catalizador de un cambio profundo. Desde entonces, la NBA ha trabajado para evitar que una ventaja económica genere desequilibrios deportivos.
El nuevo CBA de 2023 introdujo el llamado “cap smoothing”, que limita los aumentos anuales del tope salarial al 10%, y creó los temidos “dos delantales” (aprons).
Estos umbrales sancionan a los equipos que gastan por encima de ciertos niveles, no solo con impuestos, sino con restricciones deportivas: menos excepciones para fichajes, prohibiciones en traspasos y congelamiento de ciertas maniobras estratégicas.
Equipos históricamente dispuestos a pagar lo que fuera por mantener núcleos ganadores —como Warriors y Clippers— han encontrado más obstáculos que nunca. Como resultado, los fichajes de alto perfil en la agencia libre han disminuido notablemente. El más destacado en los últimos dos años ha sido Fred VanVleet, un All-Star ocasional.
Un mapa competitivo más abierto
La nueva estructura ha propiciado una liga más equilibrada, con franquicias de mercados medianos y pequeños posicionándose en lo más alto. En 2025, ninguno de los cuatro equipos en las Finales de Conferencia ha ganado un título en las últimas cuatro décadas. De hecho:
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Minnesota Timberwolves y Indiana Pacers jamás han ganado un campeonato.
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Oklahoma City Thunder ganó su único título en 1979 como Seattle SuperSonics.
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New York Knicks no lo hace desde 1973.
Esta rotación de campeones y contendientes representa una democratización del éxito en una liga que durante años pareció reservada para unos pocos.
Paridad… pero, ¿a qué costo?
No todos están celebrando. Varios gerentes generales han criticado el sistema de aprons por limitar la capacidad de los equipos para retener talento y hacer ajustes en plantillas exitosas. Casos como el de Boston Celtics, que enfrentan una posible nómina récord, o el de Thunder y Timberwolves, con núcleos jóvenes y talentosos que pronto necesitarán extensiones millonarias, pondrán a prueba la sostenibilidad del nuevo modelo.
La NBA ha ganado en variedad, imprevisibilidad y emoción. Pero el dilema a futuro será cómo mantener este nivel de competitividad sin ahogar a los equipos que, tras años de buen desarrollo, finalmente han llegado a la cima… y ahora podrían no poder permitirse quedarse ahí.