Se espera que cientos de miles de mujeres tomen las calles de México este sábado 8 de marzo (8M) por el Día Internacional de la Mujer. Entre las consignas que se gritarán se demandará igualdad salarial, derechos reproductivos, justicia ante la impunidad y el fin de la violencia contra las mujeres.
Desde 1911 el Día Internacional de la Mujer se conmemora de diferentes maneras en diversos lugares del mundo. En México en vez de celebrar, las mujeres protestan, pero ¿siempre ha sido así?, la respuesta está en el lema feminista ‘lo personal es político’ y en la lucha por las reivindicaciones laborales del siglo pasado.
Origen del Día Internacional de la Mujer y el 8 de marzo ‘8M’
El origen del Día Internacional de la Mujer está ligado a las reivindicaciones laborales de finales del siglo XIX y principios del XX.
Aunque históricamente se ha difundido que el Día Internacional de la Mujer se originó en Estados Unidos con el Partido Socialista Estadounidense en 1909, cuando las trabajadoras textiles de Nueva York protestaron por las penosas condiciones de trabajo, existen registros que señalan fue Clara Zetkin, una feminista alemana quien impulsó una conmemoración mundial durante una conferencia internacional de mujeres socialistas celebrada en 1910 en Copenhague.
Tras el respaldo de algunos países de Europa, un años después se celebraría el primer Día Internacional de la Mujer en Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza. En dichos países se congregarían más de un millón de personas que exigieron derechos laborales y políticos para las mujeres.
El 8 de marzo ‘8M’ se designaría después de una protesta masiva en Rusia el 23 de febrero de 1917, que llevó a la eventual retirada del país de la guerra. Esta marcha marca el inicio de la revolución bolchevique de 1917, y cuatro años más tarde, el 8 de marzo de 1921, Lenin declararía en homenaje a estas mujeres el “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) comenzó a conmemorar el feriado hasta 1975, Año Internacional de la Mujer. Dos años después, su Asamblea General reconoció oficialmente el día, animando a todos los países a marcar el 8 de marzo como Día de la Mujer y ya no como Día de la Mujer Trabajadora.
Sandra Ferrer, escritora especializada en feminismo e historia de las mujeres dice que el renombre fue una forma de “expandir y ampliar el foco de las reivindicaciones, no sólo en el ámbito laboral, sino también en el ámbito doméstico, cuestiones de violencia machista, cuestiones de injusticia social en general, y poner un poco el foco en derechos femeninos, derechos de las mujeres que aún no se habían alcanzado y aún no se han alcanzado plenamente”.
En la actualidad, el 8 de marzo no es una mera celebración sino una jornada de reivindicación, reflexión y visibilización de las desigualdades que nos hace replantearnos los desafíos que persisten en la sociedad.